Gualberto Baña
Escribo desde siempre, desde que era niño e inventaba historias, héroes que estaban más allá de cualquier realidad. Nacían de la influencia de Los tres mosqueteros, Corazón, Hombrecitos, los libros de Julio Verne o las novelas de Zane Gey. Más tarde fueron otros libros y los héroes se transformaron en seres de carne y hueso. En mi tierra era inevitable leer a Onetti, y a los grandes escritores latinoamericanos: García Márquez, Borges, Vargas Llosa, Benedetti, Boy Casares, Arguedas, Rulfo, Arreola, Lezama Lima, Cortazar, Ribeyro… También cayeron en mis manos los grandes escritores anglosajones, Faulkner, Hemingway, Henry James, Bellow, Malamud, una lista interminable.
Publiqué mi primera novela hace pocos años porque estaba ocupado viviendo. Un trabajo que en realidad disfrutaba, porque distribuí en las pantallas de cine la vida de otros héroes, héroes como James Bond o Indiana Jones, pero también la existencia dura y oscura de gente que un día descubren que el alma pesa 21 gramos. O que el mundo será siempre Babel.
Hace unos meses dejé la dirección española de Universal Pictures y auque sigo muy vinculado al mundo del cine he podido terminar mi segunda novela Todas la huellas.